La búsqueda de alimentos más sanos y con menor manipulación en los puntos de venta ha impulsado la demanda mundial por arándanos, frutillas y frambuesas. Se prevén precios firmes para los agricultores en los próximos meses. EDUARDO MORAGA VÁSQUEZ

Aquiles Conejero tiene altas expectativas. A fines de este mes comienza la cosecha de frutillas. Luego vendrán las moras y las frambuesas. Donde vive, en Vilcún, Región de La Araucanía, hasta hace un par de años casi no existía experiencia en el cultivo de berries.

“Nuestra comunidad se está convirtiendo en un polo en la zona. Es mucho el trabajo que hay que hacer y las familias no dan abasto. Afortunadamente en el territorio que estamos, hay muchas comunidades y nos vienen a apoyar. Se trabaja a trato con ellas”, explica.

Conejero lleva 14 años como lonco de la comunidad mapuche José Ángel Epueque y está dando uno de los pasos más audaces de su gestión. Tras un acuerdo con Frutícola Olmué, una exportadora de berries congelados, que le aseguró apoyo técnico y un poder de compra para su fruta, parte de la comunidad se lanzó el año pasado a plantar berries. En 2019 tuvieron una incipiente producción de frutillas, a la que esta temporada se sumará la entrada en producción de frambuesas y moras. Trece de la treintena de familias de la comunidad ya tienen sus propios huertos

En la comunidad José Ángel Epueque ya hay instaladas 3,9 hectáreas de frutillas de la variedad albion y se espera cosechar cerca de 156 toneladas en la temporada 2020-2021. En frambuesas, que son de la variedad meeker, suman 11,1 hectáreas y un estimado de producción de 22,2 toneladas para este año; a los que se suman 7,4 hectáreas de moras cultivadas de la variedad navajo, las que debería superar las 22 toneladas.

“Las frutillas son más rápidas para entrar en producción. Las familias que plantaron moras y frambuesas ven que los que optaron por frutillas ya tienen resultados. Sin embargo, este año se ve auspicioso para todos. Aunque no hemos tenido comunicación oficial con la empresa que nos compra, se comenta entre los agricultores que los precios deberían ser buenos”, afirma el lonco.

Aquiles Conejero y el resto de los productores chilenos de frutillas, frambuesas y moras tienen razones para ilusionarse. En el caso de las frutillas, en abril —a fines de la última temporada— los productores recibieron hasta $950 por kilo de las últimas frutas disponibles, cuando lo usual es que perciban entre $650 y $680 por kilo.

“Los frutilleros están siendo muy ‘pololeados’ por los poderes compradores. Algo parecido me ha tocado ver con las frambuesas”, sostiene Michael Cerda, gerente general de Fresh Group, una intermediaria de berries.

De hecho, el ejecutivo afirma que los agricultores de frutillas han cerrado compras récord por plantas con los viveros, apostando a crecer en superficie en la nueva temporada.

En el caso de los arándanos, tras una mala temporada pasada, este año las expectativas son más positivas, a pesar del fuerte aumento de las exportaciones de Perú. Es que los berries inesperadamente se han visto beneficiados por los cambios de hábitos de los consumidores tras la pandemia del coronavirus. En el caso de las frutillas y frambuesas, también se ha sumado algunas dificultades de producción en el hemisferio norte.

Consumidores firmes

Juan Ignacio Allende está acostumbrado a los vaivenes del negocio de los berries, después de todo es gerente general corporativo de Hortifrut, una de las mayores comercializadoras de berries del mundo.

Sin embargo, Allende está asombrado con lo que ve por estos días.

“La demanda mundial de berries nos ha sorprendido por su fortaleza. Los consumidores siguen buscando y prefiriendo productos beneficiosos para la salud. Eso sucede con los berries, por su alto nivel de antioxidantes y de vitaminas. Durante esta pandemia, muchos de estos alimentos han experimentado un aumento en el consumo”, afirma el ejecutivo.

Allende explica que en el caso de los berries frescos, la demanda es comparable a la de temporadas anteriores en que no existía pandemia. Si bien el consumo ha bajado de forma importante en el canal food service, como restaurantes, hoteles o casinos, el ejecutivo explica que el consumo en los hogares ha crecido mucho, lo que impacta positivamente en las ventas de los supermercados, que son el canal de venta más importante para los berries frescos.

“Respecto de los berries congelados, visualizamos incluso un aumento en la demanda en comparación con años anteriores, lo que se explica por la conveniencia y ventajas de almacenamiento que presentan este tipo de productos ante eventuales confinamientos”, remata Allende.

El fuerte interés de los consumidores es más que bienvenido. Hay que recordar que la última temporada de los arándanos fue mediocre para los agricultores, golpeados por la mayor competencia de Perú y, sobre todo, por el freno a los embarques a China debido a la estricta cuarentena que siguió ese país tras el estallido del coronavirus.

Jaime Roessler, gerente general de Frutícola Olmué, argumenta que los arándanos, frutillas, frambuesas y moras corren con ventaja por la forma en que llegan a los consumidores.

“Las personas se han vuelto más sensibles a los temas sanitarios. Cuando compras berries frescos vienen en clamshell y cuando son congelados están en bolsas. Es decir, no hay una mayor manipulación en el supermercado. Eso se valora mucho”, sostiene Roessler.

El ejecutivo explica que en el caso de los berries congelados, lo que se compra es lo que se consume. No hay pérdida de productos si se pospone su uso. “Eso es muy relevante dados los problemas económicos que tienen casi todos los países. La gente hoy usa con más cuidado su dinero”.

La demanda por berries chilenos se siente. Por ejemplo, en el caso de las frutillas congeladas, las exportaciones acumuladas hasta agosto llegaron a 42 mil toneladas, igual a todo lo que se exportó en 2019. Todavía queda un tercio del año por vender.

Arándanos con demanda sostenida

Si bien los vientos soplan a favor en la temporada 2020-2021, cada berry navega a su propia velocidad. En el caso de los arándanos, que con 18.375 hectáreas es, por lejos, el de mayor superficie, se observa un escenario menos complicado que el año pasado, pero que no da para descorchar champaña.

Las proyecciones del Comité de Arándanos son que este nuevo año se deberían exportar 111.500 toneladas.

“Chile está estabilizado en producción de arándanos, las pequeñas variaciones que se observan cada año provienen del recambio de variedades que está ocurriendo y un leve incremento neto en las hectáreas. Para la próxima temporada se proyecta solo un alza de 2% de exportación en fresco respecto de la temporada pasada. Debido principalmente a una mayor disponibilidad de agua, especialmente en las regiones V, VI y VII. También hay una mayor productividad de los huertos nuevos, aunque esto se ‘netea’ con algunos arranques observados de variedades menos productivas o huertos que ya cumplieron su vida útil. En tanto, la aprobación del System Approach puede generar un mayor volumen destinado a exportación en fresco porque desaparece el efecto detrimental de la fumigación con bromuro de metilo en destino. Producirá también un mayor flujo de oferta orgánica a EE.UU.”, sostiene Isabel Quiroz, directora ejecutiva de iQonsulting.

En todo caso, la última palabra la tiene el clima, que el año pasado jugó una mala pasada con un verano muy caluroso.

Quiroz destaca que en cuanto a la demanda, los arándanos han sido una especie privilegiada en las ventas en pandemia y que espera que esta tendencia se mantenga pasada la pandemia. “Sin embargo, hay que estar atentos a los nuevos canales de comercialización y a la adaptación de los formatos de envases a esos canales. Su venta en clamshell se adapta a la comercialización online y en pandemia este canal se ha disparado”

La gran duda, como en las últimas temporadas, es el papel que jugará Perú. Los productores de ese país están con el acelerador a fondo. Mientras que el año pasado exportaron 120 mil toneladas de arándanos frescos, la proyección para 2021 es que superarán las 165 mil toneladas.

A fines de septiembre los peruanos habían enviado casi 38 mil toneladas a Estados Unidos, su principal mercado, con un aumento de 47% respecto de igual fecha de 2019.

“La gran pregunta es cómo va a reaccionar el mercado a esos mayores volúmenes. Hasta ahora no se ha sentido”, sostiene Sebastián Carmona, gerente general de la exportadora Carsol.

El consumo en Estados Unidos por arándanos, tanto frescos como congelados, ha ido viento en popa. Eso sí, para Chile lo que suceda entre octubre y diciembre con la oferta peruana será clave.

El crecimiento peruano, en todo caso, es seguido muy de cerca por los agricultores de Florida y Georgia. Oregon y Washington. Ellos solicitaron recientemente una investigación al gobierno de Estados Unidos. Se aduce que la oferta de Perú, que golpea el cierre de la cosecha del hemisferio norte, sumada a las importaciones tempranas de México, dañan a las empresas estadounidenses.

En Chile, cuya oferta no se topa con la de Estados Unidos, se entiende que la medida contra Perú y México puede también alcanzar a nuestro país. Por eso la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, junto con el Comité de Arándanos, está trabajando en la contratación de un bufete de abogados para estudiar las posibles implicancias. También se buscará coordinarse con las autoridades de los países investigados.

“Si se produce una limitación a las exportaciones de Perú, se puede perjudicar la posición de Chile en terceros mercados, pues es posible que se derive arándanos a esos países. En todo caso creemos que va a tomar un tiempo la investigación y no debería tener efectos en la actual temporada”, afirma Felipe Silva, presidente del Comité de Arándanos.

Frutillas siempre listas

Michael Cerda tiene claro que ante cualquier estimulo del mercado, las frutillas son el berry que más rápido responde. Su ciclo desde la plantación a la cosecha puede ser de cien días.

Por eso no le extraña que el alza de precios en la última temporada impulse las plantaciones de frutillas en 2020-2021.

En fuentes de la industria se estima que en la nueva temporada se deberían plantar entre 2.600 y 2.800 hectáreas. El núcleo principal seguirá en Melipilla, San Pedro, Leyda, Santo Domingo y Litueche, en la frontera entre las regiones Metropolitana y de Valparaíso. Sin embargo, Chanco y Ñuble reforzarían su posición y La Araucanía comenzaría a mostrar un interesante crecimiento.

“Se ve mucho interés por parte de los productores de frutillas. Es un cultivo que se ha profesionalizado mucho en los últimos años y un buen productor puede obtener rendimientos muy altos”, sostiene Cerda.

Benjamín Zschau Villagran, director del Centro Experimental Llahuen, cree que la transferencia de conocimiento y la llegada de nuevas variedades, como la monterey, han potenciado el rubro.

La palabra final, eso sí, la tienen los mercados externos. Cerca del 40% de la producción chilena de frutillas va a congelado. Un aumento en los precios pagados por la agroindustria deriva más materia prima hacia allá. De paso, eleva los precios por la frutilla fresca en el mercado interno.

“Lo que suceda con la superficie no afecta mucho, pues se exporta en forma importante. Lo que ha sucedido en este año es que los stocks mundiales de frutilla han bajado, lo que da tranquilidad de que se va a seguir exportando”, sostiene Zschau Villagrán.

En tanto, Michael Cerda cree que retornos a productor sobre $750 por kilo de frutilla son perfectamente posibles en la nueva temporada.

Frambuesas reviven

“La frambuesa venía castigada desde hace varias temporadas. Hace 15 años Chile era relevante en el mundo en ese rubro. Sin embargo, comenzó a tener precios bajos para los agricultores, sumado a huertos poco productivos. De hecho, ya no quedan grandes operaciones en frambuesas. Sin embargo, en los últimos dos años han subido el precio”, sostiene Jaime Roessler.

Los malos precios que golpearon a Chile también sacaron del negocio a agricultores de Europa del Este y EE.UU., los principales competidores de Chile.

Ahora el mercado juega a favor de los frambueseros chilenos. En la última temporada se ofreció a los productores entre $1.400 y $1.500 por kilo de producción para congelado, cuando usualmente se movía en torno a los $900 a $1.000 el kilo.

“En la última temporada era tal la demanda por frambuesa congelada, que habían compradores dispuestos a tomar frutas partidas, a las que usualmente les hacen el quite”, sostiene Michael Cerda. Prevé que, dado el interés de los compradores internacionales, en la a los frambueseros se les extenderá la racha de buenos precios.

Fuente: Revista del Campo, EL Mercurio